El football llega a San Eugenio del Cuareim

El fútbol actual surgió en los colegios ingleses en la segunda mitad del siglo XIX y rápidamente se difundió por todo el mundo con el desarrollo de la revolución industrial y el expansionismo económico del imperio británico.
En poco tiempo se convirtió en un deporte muy popular, el preferido de las masas en todas las latitudes.
En el Río de la Plata el fútbol se bajó de los barcos - como en casi todos los puertos del planeta - junto a los marineros y obreros de las compañías del ferrocarril, de la industria frigorífica, del gas, de usinas y tendidos eléctricos, de explotaciones mineras, agrícolas y ganaderas.
Vino en la maleta y en las piernas de trabajadores calificados o no, de técnicos, ejecutivos de redes bancarias, educadores y todo tipo de profesionales.
Algunos estaban de paso y otros llegaban para radicarse en la capital y también en tierra adentro.
El puerto de Montevideo fue su puerta de entrada a nuestro país y se dice que dos clubes ingleses - el Montevideo Rowing y el Montevideo Cricket - protagonizaron en 1881 el primer partido de fútbol jugado en nuestras tierras, en los campos de la Blanqueada.

Curiosamente a la villa de San Eugenio el fútbol no llegó con los ingleses del ferrocarril instalado aquí en 1891, sino una década más tarde, con los ingleses que ingresaron desde Salto a trabajar en el saladero ubicado en la margen derecha del Cuareim, en territorio brasileño, a tres kilómetros del centro de Quaraí.
Aún se conservan algunas ruinas de aquella enorme construcción, es posible apreciarlas a través del río, a la altura del inicio de la calle Eduardo M. Castro.


Los técnicos y obreros ingleses que estaban radicados en la zona - en ambas orillas - fueron quienes iniciaron la práctica del fútbol en nuestro medio.

Sucedió en los campos naturales a orillas del Cuareim en territorio uruguayo, frente a su local de trabajo, donde por primera vez en estas tierras, se corrió detrás de una pelota.
Al atractivo deporte introducido por los gringos se adhirió súbitamente la juventud del pueblo San Eugenio aportando el color y el calor local, una importante cuota de improvisación y la simple alegría de jugar.

Fue el principio de la simbiosis que a lo largo del país fue creando un estilo diferente, propio de esta zona de América.
La disciplina europea se vio frente a la picardía criolla.
La voluntad de ganar ante la tentación de divertirse engañando al rival.
La propuesta mecánica y tenaz midió fuerzas con la irreverencia de danzar alrededor de una pelota.
Tal vez eso marque la principal diferencia entre europeos y sudamericanos, ellos consideran el deporte como algo muy serio, en cambio en sus antiguas colonias, el fútbol era considerado apenas un juego muy divertido.

La simple recreación se fue transformando en disputa, los picados o juegos improvisados fueron sustituidos por partidos más o menos organizados. Como hongos brotaron canchas y campitos por todas partes.
El fútbol que siempre mantuvo desde sus remotos orígenes un carácter popular y masivo, pronto comienza a aquerenciarse en la apacible Villa de San Eugenio.
Primero se ganó a la juventud y luego se introdujo vertiginosamente en el menguado entramado social de aquel pueblo solitario de frontera, perdido en los confines de nuestro pequeño país


El juego de los ingleses del saladero, irracionalmente jugado con los pies, a diferencia de los deportes conocidos que por lo general utilizaban las manos, era un juego multicolor, apasionante, que exigía destreza, potencia, guapeza, habilidad y algo de malabarismo.
Fue un verdadero llamador que atrajo nuevos practicantes y se transformó en una nueva diversión para los curiosos y asombrados paisanos.
En poco tiempo fue cobrando mayor importancia, captando a la población en general y como ocurría en todo el país y en el mundo, se convirtió en la principal actividad deportiva.

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